Esta especie es una nueva fuente de antibióticos.
De entre todas las especies de hormigas, hay una que destaca. Es la hormiga ladrona (Solenopsis molesta), que posee el más poderoso antibiótico que se haya testado jamás, aunque, hasta ahora, no se había demostrado que hiciera uso de un agente antimicrobiano.
Aunque los investigadores solo encontraron antimicrobianos en el exoesqueleto del 40% de las especies no significa que estas hormigas no dispongan de defensas ya que los insectos sociales usan un amplio abanico de mecanismos para controlar la infección y propagación de enfermedades y la inmunidad mediante antimicrobianos en sus cutículas es solo uno de estos mecanismos. También cuentan con otros, como la recolección de componentes antibióticos de las plantas, y que usan para proteger la colonia y otras especies usan ejércitos de microbios beneficiosos.
La relación entre patógenos y antibióticos en las hormigas es mucho más equilibrada debido a que no hay abuso de los antibióticos, por lo que la presión selectiva sobre los patógenos es menor y la evolución de resistencias es menos problemática.
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La ciencia avanza y con ella los descubrimientos, pero no todo es tan maravilloso como pensamos. Con el paso de los años el ser humano ha desarrollado cierta resistencia a algunos antibióticos y, en un principio, no se encontraba una solución efectiva a este fenómeno. Los humanos llevamos usando antibióticos menos de 100 años y muchos patógenos ya han desarrollado resistencia. Estamos inmersos en una carrera de armamentos antibióticos, donde los patógenos generan resistencia a nuestros antibióticos tan rápido o más, que nosotros descubrimos unos nuevos.
Pero como todo en la naturaleza, hay un balance que equilibra la balanza y nos da una respuesta un tanto curiosa.
Según un estudio reciente, existen algunas especies de hormigas que producen antibióticos muy potentes que podrían ser utilizados para tratar las infecciones bacterianas en los humanos, sobre todo en aquellas que ya han desarrollado resistencias a los antimicrobianos actualmente disponibles.
Estos resultados apuntan a que las hormigas podrían convertirse en una futura fuente de nuevos antibióticos. Se ha demostrado que hay cerca de diez mil especies de hormigas seleccionadas y pertenecen a cuatro de las subfamilias más importantes y algunas divergieron genéticamente hace millones de años. Para elaborar el estudio, los científicos testaron las propiedades antimicrobianas asociadas a 20 especies de hormigas diferentes de un centenar de colonias. Tras colocarlas en recipiente con un cultivo de bacterias Staphylococcus epidermidis, comprobaron que 12 de las especies inhibían el crecimiento bacteriano.